Una investigación realizada por expertos de la Universidad de Wageningen en los Países Bajos, concluye que determinados compuestos aromáticos de alimentos en concentraciones prácticamente imperceptibles, influyen en el estado de ánimo y en el nivel de actividad de las personas. Parece que existe una asociación entre los aromas alimentarios y el comportamiento, para llegar a esta conclusión se llevaron a cabo diferentes pruebas con un grupo de 22 voluntarios, arrojando conclusiones que a continuación os explicamos.
Al grupo de personas se les expuso a diferentes aromas en una concentración reducida e inapreciable, así la exposición a los aromas cítricos (naranjas, limones, etc) aumentaba la actividad física, acortaba el tiempo de respuesta de los participantes, reducía las emociones negativas y condicionaba la elección de alimentos. Por el contrario, la exposición a aromas como la vainilla provocaba un comportamiento y emociones de carácter introvertido, claro, que se apunta que estas variaciones de comportamiento son pequeñas, pero al parecer se pueden apreciar. Las diferentes pruebas realizadas en el estudio demuestran que los aromas tienen efectos fisiológicos y psicológicos, esto se puede trasladar a la alimentación de cada persona, los aromas de los alimentos influirían en su estado de ánimo.
Por tanto, se deduce que los aromas alimentarios están asociados al comportamiento de cada individuo, incluso aunque no los perciba. Los dos aromas utilizados en el estudio, cítricos y vainilla, son agradables, sin embargo los efectos que producen en las personas son totalmente diferentes. En esta investigación se tomaron datos de la frecuencia cardíaca, de la actividad física, de las emociones o del estado de ánimo, también se tomaron datos sobre la conducta y concretamente sobre el tiempo de reacción y la elección de alimentos, todas ellas se llevaron a cabo en dos ambientes diferentes, uno en el que estaba presente el aroma de cítricos y otro en el que estaba presente el aroma a vainilla.
Se utilizaron instrumentos y herramientas de medición, como por ejemplo los sensores fisiológicos, para llevar a cabo estas pruebas. El estudio se ha limitado únicamente a los dos aromas mencionados y los resultados tienen algunas implicaciones interesantes, el aroma ambiental podría jugar un papel muy importante independientemente de su intensidad. Los investigadores apuntan además que el procesamiento consciente de los aromas que se puedan percibir no es necesariamente un requisito para los efectos descritos, y así se demuestra en este estudio, es decir, no es necesario apreciarlos para que provoquen los mencionados efectos.
Este estudio nos recuerda en cierto modo a otro del que hablábamos en el post El aroma de los alimentos afecta al tamaño del bocado, en este caso se hacía referencia a la relación entre el olor o aroma de la comida y el sabor. En la ingesta de alimentos, cuanto más intenso era el aroma, menor era la porción de alimentos que las personas se llevaban a la boca. Es evidente que los aromas perceptibles o imperceptibles afectan a nuestra conducta, variando incluso la cantidad de comida que se pueda ingerir.
Al grupo de personas se les expuso a diferentes aromas en una concentración reducida e inapreciable, así la exposición a los aromas cítricos (naranjas, limones, etc) aumentaba la actividad física, acortaba el tiempo de respuesta de los participantes, reducía las emociones negativas y condicionaba la elección de alimentos. Por el contrario, la exposición a aromas como la vainilla provocaba un comportamiento y emociones de carácter introvertido, claro, que se apunta que estas variaciones de comportamiento son pequeñas, pero al parecer se pueden apreciar. Las diferentes pruebas realizadas en el estudio demuestran que los aromas tienen efectos fisiológicos y psicológicos, esto se puede trasladar a la alimentación de cada persona, los aromas de los alimentos influirían en su estado de ánimo.
Por tanto, se deduce que los aromas alimentarios están asociados al comportamiento de cada individuo, incluso aunque no los perciba. Los dos aromas utilizados en el estudio, cítricos y vainilla, son agradables, sin embargo los efectos que producen en las personas son totalmente diferentes. En esta investigación se tomaron datos de la frecuencia cardíaca, de la actividad física, de las emociones o del estado de ánimo, también se tomaron datos sobre la conducta y concretamente sobre el tiempo de reacción y la elección de alimentos, todas ellas se llevaron a cabo en dos ambientes diferentes, uno en el que estaba presente el aroma de cítricos y otro en el que estaba presente el aroma a vainilla.
Se utilizaron instrumentos y herramientas de medición, como por ejemplo los sensores fisiológicos, para llevar a cabo estas pruebas. El estudio se ha limitado únicamente a los dos aromas mencionados y los resultados tienen algunas implicaciones interesantes, el aroma ambiental podría jugar un papel muy importante independientemente de su intensidad. Los investigadores apuntan además que el procesamiento consciente de los aromas que se puedan percibir no es necesariamente un requisito para los efectos descritos, y así se demuestra en este estudio, es decir, no es necesario apreciarlos para que provoquen los mencionados efectos.
Este estudio nos recuerda en cierto modo a otro del que hablábamos en el post El aroma de los alimentos afecta al tamaño del bocado, en este caso se hacía referencia a la relación entre el olor o aroma de la comida y el sabor. En la ingesta de alimentos, cuanto más intenso era el aroma, menor era la porción de alimentos que las personas se llevaban a la boca. Es evidente que los aromas perceptibles o imperceptibles afectan a nuestra conducta, variando incluso la cantidad de comida que se pueda ingerir.
Fuente | gastronomiaycia.com
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